domingo, 27 de julio de 2008

LA PASIÓN SEGÚN SAN ATEO

Berti sigue caminando. Hace bien. Dice que la verdad de cada uno es lo que hace. Piensa como su meister Goethe que en el principio está la acción. Un oficinista marcando, revisando, escribiendo y sellando folios termina siendo un papel. No amigo Berti. El verdadero hombre está abajo, sepultado entre expedientes, en la ruina de la rutina. Fijáte. Esos muchachones tomando cerveza ahí en la vereda, tirando latas y discutiendo si el penal del partido de Boca~River valía la pena, o la pena valía el penal. Las voces crispadas, arrastrándose en el barro de lúpulo. ¿Son los mismos que mañana se sentarán en un pupitre del Colegio Nacional? Saquen una hoja. Fila uno, fila dos. Tema: la razón de ser del hombre. ¿Cómo es eso, profesora? Sí, mi hijo; una cuestión más bien simple. Contestáme una pregunta: ¿Por qué existís, si el crespudo Leibniz dijo que “casi todo puede integrarse y armonizarse en un mundo mejor”. ¿Cómo que qué tiene que ver? ¿No te das cuenta de que ese “casi” significa que podríamos prescindir de vos para ser completamente felices? ¿Por qué estás aquí? Estoy porque mi mamá me trajo al mundo. No me vengas con cuestiones obstétricas. ¿Y para qué te trajo a este valle de lágrimas? ¿No ves que la pregunta sigue en pie? ¡Podría haberse ahorrado el trabajo de parto tu madre! Y un mundo sin vos, no sería demasiado distinto. Viendo lo que se ve, más bien sería un poco mejor. Pero ya que estás, por lo menos tratá de justificar tu estadía. No te rías, Berti. El flaco que tiró el envase de Coca Cola podría escribir una tesis sobre el asunto mañana en el quinto curso. ¿Qué me decís? ¿Qué dicen tus amigos artistas? No dicen nada, trabajan. ¿En qué trabajan? Tratan de ver la verdad dando manotazos en la oscuridad de sus pasiones. Entonces, no sirve. Somos gigantes con ojos de bebés. Nuestra mirada puede abarcar todo, menos a nosotros mismos. ¿Qué van a ver? Espejismos, Berti. Un ballo in máschera. Si nos viéramos íntegros, sólo entenderíamos partes. Cuando vemos partes, no sabemos cómo es el todo. Estamos condenados a ver las sombras de la caverna, como dijo el pariente Platón. Sólo que se olvidó de decir que son nuestras sombras. Nos asombran nuestras sombras. Sombras nada más. En el bolero, Berti, hay más filosofía que la que puede fundar nuestra imaginación, la de Hamlet y Horacio juntos. Pero yo estoy buscando saber quién soy, Berti. Y no consigo sino aumentar mis dudas. (Fragmento de La pasión según san ateo)