jueves, 13 de marzo de 2008

HOMEROMERÍAS (La Odiosea de la Odisea)

No me resigno a los XXIV cantos de la Odisea. Me pregunto por qué la Ilíada que no es más que el detallado parte oficial de la Guerra de Troya debe tener más cantos que este fascinante viaje lleno de peripecias y seres encantados, magas y muertos que nos azuzan la imaginación para intuir que más allá de las trivialidades domésticas se anima un mundo lleno de promesas. O a la inversa, que los mínimos gestos que cotidianamente repetimos como autómatas (una despedida, un revés en nuestros planes) se prolongan en causas desconocidas y hasta metafísicas como sospechó Andrónico de Rodas al catalogar el corpus aristotélico. A riesgo de parecer petulante, intrépido y temerario me propuse escribir un capítulo más de la Odisea. Borges y Roa Bastos predicaban sin desmayo que toda obra literaria es colectiva, que de algún modo al leerla la creamos y recreamos. No me basta con el amago de reescribir potencias, quiero pasar al acto y para ello pido auxilio al padre de la Historia. Lo que Homero insinúa sobre tierras lejanas Herodoto de Halicarnaso lo escribe y describe como si soñara en sus Nueve Libros de la Historia. Saqueando datos de aquí y allá tuerzo el capricho de Poseidón para llevar la quilla de la nave según la imaginación me guíe a través del Mare Nostrum y Dios me libre de la felonía de pretender igualar el estilo homérico. He decidido agregar un capítulo escandalosamente espurio a la gloriosa Odisea. Sálvese de mi grafomanía la íntegra Odisea con todos los episodios de los que trataré de hacer una breve referencia para devolver a la memoria del cauto lector y la propicia lectora las peripecias del héroe astuto y vulpino. La Odisea empieza donde culmina la Ilíada, en las costas teucras después de la destrucción del “alcázar de Príamo”, es decir Troya. Los Atridas que dirigieron la contienda (Agammemnón y el rubio Menelao) se despiden en las ariscas costas de todos los guerreros, príncipes y soberanos reyes que reclutaron como generales para su campaña colonizadora, entre ellos Ulises. ¿Vamos a escribir juntos, ínclito lector, enjundiosa lectora un capítulo declaradamente impostor para La Odisea? Esa es la desventura que les propongo. Como decía un insigne ex gobernante mafioso:'síganme, no los voy a defraudar'. Así nos fue a los argentinos. QEPD. alejandro maciel > La odiosea de Odiseo.